domingo, 5 de noviembre de 2017

La ruptura de Felipe VI y Pablo Iglesias

MADRID.- Cataluña está rompiendo lazos históricos, vínculos afectivos y alianzas políticas en España. La relación de Podemos con la Monarquía figura entre los platos rotos colaterales de la crisis catalana. Cataluña se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para Podemos, ya que su actuación en esta crisis de Estado -subsidiaria de la de Ada Colau- no ha sido bien comprendida por sus simpatizantes en el resto de España. El partido morado atraviesa su momento más delicado desde que nació como fruto de la indignación social por las consecuencias de la brutal crisis económica y de la corrupción, según se explica hoy en El Mundo.

Podemos estableció entre sus prioridades la impugnación del régimen del 78. Sin embargo, durante sus primeros pasos en la vida institucional, este partido dejó al margen de sus críticas a la Monarquía encarnada por Felipe VI, desde la abdicación de su padre. A esta circunstancia no fue ajena la cierta complicidad personal establecida por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, con el Rey durante los encuentros que ambos mantuvieron en Zarzuela con motivo de las rondas de contactos en los 10 meses de bloqueo institucional. Hace sólo un año, durante un coloquio en el que le preguntaron por qué no defendía la república, Pablo Iglesias respondió: «Lo importante es que el jefe del Estado sea elegido a través de unas elecciones, y Felipe de Borbón tendría posibilidades de ganar».
La luna de miel de Podemos con Felipe VI se ha roto en los últimos meses. Pablo Iglesias y el resto de los dirigentes de esta formación han incluido en sus discursos la expresión «bloque monárquico» para censurar a los partidos -PP, PSOE y Ciudadanos- que comparten actuación frente al secesionismo catalán. Además, Pablo Iglesias ha cuestionado públicamente en los últimos meses la utilidad de la Monarquía española.
Este cambio en la estrategia política de Podemos ha causado un gran malestar en el Palacio de la Zarzuela. El Rey -aunque siempre prudente y respetuoso con todos los partidos- no oculta su disgusto por las críticas de Podemos contra la Monarquía en un momento especialmente grave para el Estado. Felipe VI considera injustos los reproches hacia la institución que encabeza y lamenta que este partido haya variado su rumbo para situar a la Monarquía en la diana. Especial inquietud existe en el entorno del Rey por el cuestionamiento de la utilidad de la institución, que ya pudo comprobar Felipe VI durante la sesión solemne en la que se conmemoró en junio el 40 aniversario de las primeras elecciones de 1977. En aquella ocasión, Iglesias consideró propio del pasado el discurso del Rey.
Pablo Iglesias aclara que el factor fundamental de su distanciamiento crítico con Felipe VI es la actuación del jefe del Estado en la crisis catalana y su discurso en el 40 aniversario de las Cortes democráticas. En opinión del líder de Podemos, el Rey «ha cometido un error histórico» al situarse «como el jefe del 155», en vez de contribuir a la distensión a través de «algún gesto de conexión con los ciudadanos que quieren una España plurinacional» para contribuir al diálogo con Cataluña. Iglesias señala que se trata de un error «en la lectura del tiempo histórico», a diferencia de «la Monarquía de Juan Carlos, que con todos sus defectos fue capaz de hacerse imprescindible para lograr los avances democráticos y de conseguir el apoyo del PCE de Carrillo, del PNV de Arzalluz y de la CIU de Pujol». A su juicio, la institución monárquica «no tiene sentido fuera de los acuerdos históricos con todas las partes de España».
El líder de Podemos aclara que durante sus encuentros con Felipe VI apreció a un Rey «muy profesional, muy informado de la situación del país y extremadamente correcto», por lo que confió en su capacidad para «situarse al margen de los partidos políticos». Él mismo le explicó al Rey que, a pesar de sus convicciones republicanas, estaba dispuesto a asumir esta Monarquía. Sin embargo, añade, en la crisis catalana, el Rey ha dejado fuera de su cobertura a los nacionalistas catalanes, al PNV y a Podemos, por lo que ha comprometido «el futuro de la propia institución monárquica, que no ofrece a los españoles nada distinto a los partidos políticos». 
Este cambio en la actitud de Podemos hacia la institución causa una lógica intranquilidad en Zarzuela, ya que Felipe VI aspira a ser el rey de todos los españoles. Y es un cambio relevante en la historia de la Monarquía restaurada en 1975, tras la muerte de Franco. El rey Juan Carlos gozó durante su reinado del respaldo de todos los partidos políticos, gracias a la complicidad con las formaciones de izquierda, a las que mimó especialmente. El movimiento republicano era residual. Felipe VI, sin embargo, debe hacer frente a una situación más compleja, ya que la izquierda de este «nuevo tiempo» y las generaciones más jóvenes no son tan complacientes con su Monarquía.

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