Ahora nuestro nuevo y joven Rey, Felipe VI, ha optado por
ordenar que la Casa no reciba regalos costosos. Porque lo que durante
tantos años era una costumbre, o una obligación para grandes empresarios
y jeques, ahora no sólo estará mal visto, sino que no serán recibidos.
Porque Juan Carlos hasta tuvo la poca vergüenza de aceptar que los
empresarios mallorquines le regalaran el famoso yate Fortuna. Y cientos
de coches de alta gama, y escopetas, y oro... La fortuna en regalos al
anterior jefe de estado es incalculable. Ya saben, mucho de esos regalos
luego eran vendidos por Juan Carlos a sus amiguetes, como el Maserati
Quattroporte valorado en 150.000 euros, regalo de un jeque árabe. Se lo
compró el cortesano Arturo Fernández, presidente de la patronal
madrileña y asiduo a Zarzuela. Porque claro, a Juan Carlos le hacían
regalos costosísimos en su calidad de jefe del estado español. No por su
cara bonita.
Esa
forma de sobornar con tanto descaro parece que don Felipe no la acepta y
ha optado por hacerlo público. Se está distanciando de los vicios que
durante cuarenta años han sido la moneda corriente en el palacio de La
Zarzuela. El monarca se ha percatado de que no son tiempos para que la
corrupción sea tolerada y la capa de inviolabilidad de que goza tape
todos los sobornos que esos regalos llevan consigo.
Ningún gran
empresario, ningún jeque hace regalos tan caros a cambio de nada. Era
famoso el hecho de que la Casa Real hacía sus compras en El Corte Inglés
sin pagar una céntimo... Y que El Corte Inglés lo incluía en gastos de
márketing. Y otros muchos ejemplos que no es hora de enumerar.
Hay
que ser riguroso y contar que la fortuna del anterior inquilino de la
Zarzuela, Juan Carlos, fue idea del abuelo de Patricia Botín. Le abrió
una cuenta en Suiza con algunos millones de pesetas de la época para que
los banqueros y empresarios le fueran donando cantidades y que tuviera
su propia riqueza.
Luego fue el gobierno de Adolfo Suárez quien acordó
que a Juan Carlos se le asignara una comisión del cada barril de
petróleo que se importara... Y a fecha reciente ya saben, se le calcula
una fortuna de muchos, muchos miles de millones de euros en paraísos
fiscales que todo el mundo conoce y que ahora se disputan la última
amante de Juan Carlos, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, y la propia ex,
Sofía de Grecia, para concederle el divorcio.
No
se si Felipe también habrá renunciado a la comisión sobre los barriles
de petróleo que le ingresaban a su padre. Sería bueno que levantara el
velo también en este detalle. ¿Verdad?
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
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