MADRID.- El Rey Juan Carlos ha pedido a la
Infanta Cristina que renuncie a sus derechos dinásticos como "gesto"
para aliviar las consecuencias del daño causado a la institución por la
implicación del matrimonio Urdangarin-Borbón en el 'caso Nóos', que juzgará al duque de Palma por malversación de fondos públicos, entre otros delitos, y a la Infanta por delito fiscal.
Así lo sostiene el periodista Fernando Ónega en su libro 'Juan Carlos I, el hombre que pudo reinar',
y que ha presentado este martes a la prensa. Ónega no tiene constancia
de que esta petición se la haya trasladado personalmente el Rey Juan
Carlos a su hija, pero sí afirma que el mensaje se lo envió a través de
dos emisarios, el exjefe de la Casa del Rey Fernando Almansa y un
directivo de Telefónica en EEUU, donde residió la pareja hasta el verano
de 2012.
En el libro, Ónega afirma que después del estallido del 'caso Nóos', el Rey Juan Carlos envió a Almansa a EEUU con varios mensajes para el matrimonio.
Primero,
que lo ocurrido era gravísimo; dos, que la dañada era la institución
monárquica y tres, que el Rey solicitaba de la Infanta "algún gesto,
algún detalle con su padre para que, si no se podía reparar el daño
causado, por lo menos pudieran aliviarse las consecuencias", escribe el
periodista.
Nadie en la Casa Real, añade Ónega, estaba pensando en un divorcio,
pero sí al menos en la renuncia a sus derechos dinásticos, un gesto que
sigue sin producirse a día de hoy. Así que, ante la negativa de la
Infanta, la Casa decidió a finales de 2011 apartar al matrimonio de la
actividad oficial de la Familia Real.
En varias ocasiones desde
ese momento, portavoces del Palacio de la Zarzuela han negado que el Rey
Juan Carlos y nadie de la Casa Real haya presionado en ningún sentido a
la Infanta Cristina para que se divorcie o renuncie a sus derechos
dinásticos. En las últimas semanas, el equipo de Felipe VI se limita a
señalar a este respecto que se trata de una decisión personal que
compete exclusivamente a la Infanta.
En rueda de prensa, Ónega ha
añadido que le consta --aunque esa información no está en el libro
porque es información posterior-- que ha habido "nuevos emisarios,
alguno muy conocido", pero la respuesta por parte de la Infanta es que "sigue tomando nota".
El
periodista también ha desvelado en la presentación de su libro que el
Rey Juan Carlos ha pedido a la Infanta Cristina en determinadas
ocasiones, como ha sido el caso de esta Navidad, que no acudiera a
Zarzuela. Petición que se le ha hecho después de haberlo hablado padre e
hijo, es decir Juan Carlos y Felipe VI. "Eso déjamelo a mí que soy su padre", le habría dicho Juan Carlos a Felipe, según Ónega.
Onega
desvela en su libro otras informaciones desconocidas hasta la fecha,
como que la infección que padeció el monarca en su cadera izquierda
estuvo a punto de convertirse en septicemia, enfermedad potencialmente
mortal, y que fue entonces cuando se pidió la intervención del cirujano
gallego afincado en EEUU, Miguel Cabanela.
El periodista también relata en su libro cómo maduró Juan Carlos I su decisión de abdicar.
Según Ónega, el monarca empezó a pensar en esta posibilidad en
diciembre de 2010, pero no fue hasta la primavera de 2013 cuando le pide
a su entonces jefe de la Casa, Rafael Spottorno, que fuera estudiando
cómo se podía instrumentar la abdicación.
El Rey Juan Carlos toma la decisión definitiva a principios de 2014.
El 31 de marzo, se lo comunicó al presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, y tres días después, al entonces jefe de la oposición, Alfredo
Pérez Rubalcaba. Se contó con la opinión de Felipe González y se informó
a los expresidentes José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero.
Una
filtración a la exvicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de
la Vega y al exsecretario general de Presidencia Javier Zarzalejos
precipitó el anuncio a la opinión pública del 9 al 2 de junio.
Según
Ónega, fueron varias las razones que impulsaron al Rey a dar el paso de
abdicar. A su voluntad de dejar paso a una nueva generación, se unió el
deterioro de la imagen de la monarquía en la opinión pública y el estado de salud del monarca, que venía encadenando operación tras operación.
El
periodista añade además la sensación de soledad y aislamiento que tenía
el Rey, derivada también de que su relación con el Gobierno de Mariano
Rajoy era "poco fluida". Como ejemplo, Ónega se refiere a que algunos
nombramientos de embajadores no le fueron comunicados, lo que no había
hecho ningún gobierno anterior.
Sobre el ambiguo papel de "arbitro
y moderador" que la Constitución otorga al monarca, Ónega -- que ha
hablado con el propio Rey y con otros destacados actores de la vida
política que tuvieron relación con el monarca-- destaca las llamadas al
orden del Rey al presidente del Gobierno y al líder de la oposición en
los momentos de mayor crispación.
Lo hizo con Felipe González y
Aznar; con Rajoy y Zapatero, y con Rajoy y Rubalcaba. Según reconoce
Zapatero en conversación con Ónega, el Rey Juan Carlos ha suavizado
tensiones entre Gobierno y oposición, especialmente en temas como el
terrorismo y la integridad territorial.
En el libro, Ónega asegura también que la relación entre el Rey Juan Carlos y Corinna zu Sayn-Wittgenstein está rota y que con la hoy Reina Letizia, Juan Carlos tuvo al principio un choque de caracteres que se mantuvo durante muchos años pero que hoy esa relación es cordial.