MADRID.- Ignacio Sánchez Amor, el ponente de la comisión de reformas políticas que compareció hoy ante
el plenario de la Conferencia del PSOE fue abucheado cuando defendió
como una de las conclusiones del cónclave la de mantener el “consenso”
sobre la monarquía, lo que constata que el PSOE, al menos sus más destacados dirigentes,
no creen oportuno canalizar y mucho menos estimular, la creciente
desafección hacia la Monarquía que vive la sociedad española.
Fue el mayor abucheo de toda la Conferencia Política. El plenario rompió
en silbidos y abucheos cuando se aprobó el respaldo a la Monarquía
constitucional como forma del Estado. La reivindicación de la «tradición
republicana» del PSOE supo a muy poco
“No hay motivos para romper ese consenso, porque no aparece socialmente
un consenso alternativo con la suficiente entidad y densidad”, afirmó el
ponente y diputado socialista, Ignacio Sánchez Amor, y, además, los dirigentes socialistas no están por la labor de contribuir a crearlo.
Este explicó que lo que la comisión acordó incluir en el nuevo proyecto
del PSOE es “reclamar a la institución monárquica el máximo respeto al
reparto de poderes y que responda con eficacia, austeridad,
transparencia y ejemplaridad a sus funciones constitucionales”, momento
en el cual comenzaron los pitos y abucheos al ponente, al que
aplaudieron cuando, sin embargo, reivindicó la “tradición republicana”
del partido.
Las protestas contra la monarquía, que comenzaron de forma discreta y
terminaron siendo sonoras, dejaban ver que no todos en el partido están
de acuerdo con aceptar la monarquía, ni siquiera como un mal menor, que
es como se presenta de hecho en las conclusiones de la ponencia
aprobada, donde también se pide regular la abdicación y la figura del Príncipe. Era el pacto de mínimos.
Ante el alboroto que se formó, Sánchez Amor se vio obligado a justificar
la conclusión a la que se llegó y aseguró que antes de llegar a ella los
integrantes de la comisión mantuvieron un encendido e intenso debate.
Esta fue la única conclusión del nuevo ideario socialista que suscitó el
rechazo de una buena parte de los miembros de la Conferencia muy
críticos en la actualidad con la institución monárquica, que atraviesa
uno de sus peores momentos de popularidad por los escándalos de
corrupción que la envuelven.
Sin embargo, el PSOE no es capaz –al menos de momento- de nada más que
ejercitar una protocolaria definición de principios, que más parece de
antecedentes, republicanos, desligándola del aquí y el ahora de la
sociedad española.
Las enmiendas a la ponencia marco sobre esta cuestión fueron
interceptadas desde el principio por la cúpula del PSOE contra el deseo
de una amplia representación de las bases. Y es que el «establishment»
socialista no tiene ninguna intención de cuestionar el consenso
alcanzado en la Transición sobre la estructura fundamental de los
cimientos políticos.
El PSOE ha dejado claro con esta declaración que, evidentemente, no
encabezará, dentro de las necesarias reformas constitucionales para
encontrar respaldo legal de diversas resoluciones como el Federalismo o
la garantía de los pilares básicos del Estado del Bienestar, una nueva
transformación constitucional que acerque la República.
El coordinador de los trabajos de esta
Conferencia, Ramón Jáuregui, se empeñó desde el inicio en que no se
abriera este debate. «Si tocamos la piedra de bóveda, nos cargamos todo
la arquitectura», afirmó ya hace meses para justificar la posición
oficial de respeto y apoyo a la Corona. En todo caso, lo que en
principio parece una discusión que podría prender con facilidad en la
izquierda queda muy disminuido en el seno del PSOE, ya que de las
enmiendas recibidas a la ponencia marco no llegan ni a media docena las
que pedían un referéndum para elegir entre monarquía y república.
Ramón Jáuregui tuvo que aplicar todas sus dotes de negociación para
buscar una transaccional. Gran parte de las 70 enmiendas, sobre todo de
Juventudes Socialistas, pedían al PSOE que apueste por un referéndum
para que los españoles puedan elegir entre monarquía y república.
Jáuregui las rechazó y pactó una vía intermedia.