viernes, 30 de noviembre de 2012

El Rey traslada al fiscal-general, Torres-Dulce, la preocupación por los 326 asesinatos de ETA sin resolver

MADRID.- El Rey Juan Carlos ha trasladado al fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, la preocupación de las víctimas de ETA por los 326 asesinatos de la banda terrorista que todavía permanecen sin resolver. Así lo explica la Casa del Rey en un escrito remitido al Colectivo de Victimas del País Vasco (COVITE) el cual se dirigió a la Casa Real para solicitar que se proceda a investigar estos crímenes y considerarlos de lesa humanidad, lo que evitaría su prescripción.

   "Le informo de que siguiendo instrucciones de Su Majestad, que ha tomado debida razón del contenido de su escrito, doy traslado del mismo al Fiscal General del Estado a los efectos oportunos", contesta el Jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno en una carta fechada el pasado 23 de noviembre y enviada a la presidenta de COVITE, Consuelo Ordónez.
   El colectivo de víctimas se dirigió el pasado día 15 al monarca para manifestar su "profunda preocupación por la grave situación de violación de los derechos humanos consagrados en el Convenio Europeo de Derechos Humanos en relación a los 326 casos de asesinatos sistemáticos y selectivos de la banda terrorista ETA que, todavía hoy, permanecen en la impunidad".
   A su juicio, "los asesinatos sistemáticos y selectivos contra un grupo de población civil perseguido -auténticos crímenes contra la humanidad tal y como los define el Derecho penal internacional vigente desde hace 70 años, y por tanto completamente imprescriptibles todos ellos-, los cometió ETA y ese es, sin duda, el origen de todo. Y esa violación de derechos humanos no tiene parangón con ninguna otra".
   En ese sentido justificaban su comunicación con el Rey "para rogarle en nombre de todas las víctimas y sus familiares que intervenga ante esta grave situación en virtud de sus facultades de mediación constitucional ante los poderes del Estado".
 "Su Majestad, no permita, en todo cuanto esté en su mano, que todo ello siga sucediendo con esos 326 asesinatos sin resolver de ETA, hoy completamente olvidados por nuestro sistema de justicia", zanjaba el escrito de COVITE.

La 'guerra' entre los paparazzi y la Casa Real / Gema López

La última vez que la princesa Letizia y el príncipe Felipe acudieron al cine, el equipo de seguridad de la pareja utilizó una de sus ya clásicas maniobras para evitar que los paparazzi inmortalizaran el momento. Algo tan sencillo como pedir la documentación en el instante en el que el heredero al trono y su esposa abandonan el lugar, y obligar así a los fotógrafos a echar mano de su cartera, se convierte en toda una estrategia que impide que los reporteros se puedan ir a casa con los deberes hechos. Pero, en ocasiones, los métodos utilizados por los equipos de seguridad de la familia real no son tan inocentes y varios paparazzi han querido hablar para Vanitatis y explicar el “acoso y derribo” al que han sido sometidos en más de una ocasión. 

Una de las más violentas se produjo durante los meses que duró el noviazgo de la pareja. El fotógrafo Paco Ginés fue uno de los primeros en soportar los métodos del equipo que vela por la seguridad de los príncipes. Así lo cuenta Antonio Montero, dueño de la agencia a la que pertenece el reportero: “Don Felipe y Doña Letizia habían decido pasar una tarde de compras en un conocido centro comercial de la capital, cuando los guardaespaldas se percataron de la presencia del paparazzi. Paco fue hábil y se deshizo de la tarjeta de su cámara en la que se habían registrado algunas instantáneas. La seguridad le llevó a un cuarto destartalado, en el que no había ni luz. Le desnudaron, le cachearon y le obligaron de mala manera a darles el material fotográfico. Viendo que no lo tenía, le dejaron”. Este asunto no quedaría ahí. Al día siguiente, la pareja volvía al mismo centro comercial, con la misma ropa, pero, según Antonio Montero, con unos fotógrafos que ellos mismos habían avisado, concretamente del diario El País. “Era una manera de neutralizar nuestro reportaje y que nadie nos lo comprase”, comenta.

Lo que no se podía imaginar Antonio Montero es que tiempo después, mientras seguía a los Príncipes durante su luna de miel, las imágenes registradas en su cámara se borrarían de manera misteriosa una noche mientras dormía. Esta no es la única anécdota que recuerda. El verano que intentó captar a la princesa Letizia, el fotógrafo se marchó a Cabrera horas antes de que el yate real surcase las aguas y permaneció durante horas agazapado intentando conseguir la tan deseada foto de la princesa en biquini. Montero fue denunciado por permanecer en el paraje natural de la isla, como si de una propiedad privada se tratase y, aunque consiguió el material, ninguna revista compró el reportaje. “¿Por qué?”, se pregunta. Pero es una pregunta retórica.

“Me apuntaron con una pistola”

No todos los percances han estado relacionados con los Príncipes. Uno de los más graves sucedió, muchos años atrás, cuando la familia todavía no tenía el nuevo Fortuna, el yate con el que se desplazan por las Baleares. “En aquel tiempo la familia se iba a pasar el día a una zona militar considerada tierra de nadie, donde se sentían protegidos. Los fotógrafos solíamos llegar por tierra antes que los guardaespaldas y nos escondíamos con nuestros trajes de camuflaje”, cuenta Gustavo González, experto paparazzi que lleva años cubriendo los veranos de la Familia Real en Mallorca. 

“Teníamos entre media hora y una hora para hacer las fotos y desaparecer, pero llegó una persona del equipo de seguridad que no nos conocía, nos apuntó con la pistola y nos dijeron que dejáramos las manos en un lugar visible. El guardaespaldas pidió refuerzos. Cuando llegó el capitán, que nos conocía y que sabía que no éramos personas capaces de atentar contra la Familia Real, sino simples fotógrafos, nos obligó a tirarnos al suelo. Me dio dos patadas en los pies y me obligó a separar las piernas. A mi compañero le trató a gritos. El primer escolta creyó que la Familia Real corría peligro, pero el capitán no, se sobrepasó, se lo tomó de manera personal y abusó de su poder”, añade.

“Mejor que nos llevemos bien”

Según cuenta a Vanitatis Juanjo Vega, paparazzi de Mallorca, hay veces que “no solo impiden nuestro trabajo, sino que favorecen a otros fotógrafos con los que tiene buena relación. Es una manera habitual de fastidiarnos a los que no somos sumisos, como cuando en el verano del 2007, y después de que un fotógrafo lograse las primeras instantáneas de Letizia en biquini a bordo de un barco junto a la Reina, los Príncipes hicieron una llamada a los reporteros de confianza y se dejaron fotografiar camino de una playa con ropa desenfadada y llevando una nevera”. Pese a la maniobra, las fotos de Letizia y la reina vieron la luz.   

 “Mejor que nos llevemos todos bien”. Esta fue la respuesta que le dio a Juanjo Vega un responsable de Casa Real encargado de tratar con los medios, según narra el mismo. El paparazzi se había quejado por el trato que recibió por parte de los guardaespaldas de los príncipes a la salida de un concierto celebrado en la plaza de toros de Mallorca. “Me presenté en el concierto como fotógrafo, pero me negaron la entrada. Decidí esperarles para hacer las fotos cuando saliesen. En ese momento, un escolta se acercó a mí y me metió los dedos en el estómago. Era una manera de impedir que hiciese mi trabajo, pero hice fotos y llame para quejarme”.

Son las pequeñas batallas de una guerra entre nobles y plebeyos; entre el derecho a la información y a la intimidad.

La Zarzuela / Rosa Villacastín

¿Lavado de imagen? Más bien hay que enmarcarlo en el deseo de la infanta Cristina de ver a su padre después de que a éste le operaran de la cadera. Una petición a la que don Juan Carlos no podía oponerse, salvo que echase mano de la lógica de la razón, en vez de la lógica del corazón. Algo que no hizo entre otras razones porque quien le pedía autorización para visitarle era su hija, a la que él también deseaba darle un abrazo después de tantos desencuentros, de tantas lágrimas y súplicas.

Un encuentro que iba avalado por la reina Sofía, por la infanta Elena y también por el príncipe Felipe, a quien no le conviene mostrarse en público excesivamente duro con su hermana, por más que el cuerpo le pida dar esquinazo a su cuñado. No lo hizo y eso hay que encuadrarlo en el plano estrictamente familiar. Un asunto delicado en el que el heredero debe andarse con pies de plomo, ya que cualquier gesto a favor o en contra de la Infanta puede ser mal interpretado y convertirse en una tormenta de imprevisibles consecuencias, ahora que todos los ojos están puestos en él, en la princesa Letizia, y en el futuro de ambos. Situación que han sopesado el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spotorno, y Javier Ayuso, Jefe de Comunicación de Zarzuela. Dos profesionales muy avezados en cuestiones de imagen, ya que son los artífices del vuelco dado en cuanto a la política informativa de Palacio se refiere.

Que la Reina vuelva a brillar con luz propia, quiere decir que ha ganado la más dura de las batallas, la de ejercer de Reina y de madre sin que eso suponga un choque de intereses en su propia casa. Basta con verla para comprender que aunque haya cosas de difícil solución, la mayoría de los problemas que aquejan a las parejas se pueden arreglar hablando, y es lo que han hecho los Reyes, intentar que cicatricen las heridas, porque no están los tiempos para desavenencias, para mostrar la fortaleza de una institución que si bien es cierto que a veces hace aguas, también lo es que gracias a la personalidad del Rey, a su afán de ayudar a que se solucionen los graves problemas, la imagen de la monarquía ha mejorado sustancialmente. Ahora solo falta saber qué dirá la noche del 24, en su discurso a la nación.

Milans del Bosch se llevó a la tumba la verdad del 23-F

MADRID.- Tras el fracasado golpe de Estado muchos especularon con que participó para salvaguardar al Rey. Nacido en una familia de arraigada tradición aristocrática, nunca fue falangista sino más bien un convencido monárquico. Todo empezó y acabó en el Alcázar de Toledo. Fue durante la Guerra Civil española, en aquel verano de 1936, cuando nació su mito al contarse entre los defensores de la Academia General de Infantería bajo el mando del coronel Moscardó. Con las dos Españas hablando a través de las bocas de los máuser, el cadete Milans del Bosch, nacido en una familia de arraigada tradición aristocrática y militar, dio sus primeras muestras de valor durante el asedio de las fuerzas republicanas, recuerda 'La Gaceta'.

La imagen le muestra sonriente y barbudo, como todos sus camaradas de armas, mientras posa junto a su padre, capitán de las fuerzas del general Varela que levantaron el cerco al Alcázar. Era el otoño de 1936 y el vetusto edificio toledano se había convertido en todo un símbolo para el bando nacional. Por eso se convirtió en objetivo prioritario para los republicanos: pero Franco fue muy claro: Madrid podía esperar, Toledo no. El golpe, si Moscardó caía, no sólo era militar. El ferrolano sabía que en la guerra de los corazones y las mentes, la de la propaganda, la rendición del bastión a orillas del Tajo hubiera sido letal.
En 1936 Milans del Bosch no podía sospechar lo que le depararía el destino. Criado en un ambiente de patriotismo y lealtad monárquica , Milans se alistó, ya como oficial, en las filas de la Legión. De la campaña saldría con varios ángulos de herido y la preciada Medalla Militar Individual, la segunda condecoración más importante.
La llamada de las armas volvió a picarle en el verano de 1941, cuando Ramón Serrano, desde el balcón de la Secretaría General del Movimiento, en la madrileña calle de Alcalá, clamaba un “¡Rusia es culpable!” y miles de almas al rojo vivo daban un paso al frente para alistarse en la División Azul. Milans no era falangista, nunca lo fue, pero sí militar profesional. Con estrellas en la bocamanga, encuadrado en la novena compañía del III Batallón del Regimiento 262, Milans hizo una campaña durísima, la primera invernal rusa, que cogió desprevenido a todo el dispositivo militar alemán. En junio de 1942 cayó herido y en agosto de ese mismo año los alemanes le concedieron la Cruz de Hierro de segunda clase. Unos días más tarde, volvió a España y siguió su carrera.
En 1974 fue designado general jefe de la División Acorazada Brunete, una de las joyas de la corona del Ejército español de la época. Durante tres años estuvo a su frente. Las fotografías de ese periodo muestran a Milans relajado junto a Don Juan Carlos. En una de ellas se les puede ver dando cuenta de sendos bocadillos o contemplando la evolución de las fuerzas con Milans pitillo en mano. Luego, la Capitanía General de Valencia, y el 23 de febrero de 1981, los bandos, la palabra Rey y los tanques.
Y un golpe de Estado extraño, chusco incluso, su procesamiento, el mutismo, las dudas por su relación con Don Juan Carlos, la expulsión del Ejército, su salida de la cárcel y el silencio, en su chalé de La Moraleja, hasta su muerte el 26 de julio de 1997. Su participación en el 23-F le colocó frente a camaradas de armas en el frente ruso y miembros del generalato como Quintana Lacaci o Aramburu Topete. Sus restos reposan en la cripta del Alcázar de Toledo, donde comenzó a escribir su hoja de servicios.
Y, con ellos, tal vez algunos de los secretos de la Historia reciente de España.

Una profesora de la Universidad de Elche identifica un componente celular que impide la metástasis

MADRID.- Una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que el componente celular Prrx1 impide que células cancerosas aniden en otros órganos y, por lo tanto, generen nuevos focos de cáncer, según los resultados del estudio, que publica la revista 'Cancer Cell'. 

   Las células cancerosas se desprenden del tumor original y se diseminan por el cuerpo anclándose a otros órganos y formando nuevos tumores, lo que se conoce como metástasis, que causa más del 90 por ciento de las muertes por cáncer.
   Para que un cáncer se propague, sus células sufren un proceso conocido como transición epiteliomesénquima (EMT, en sus siglas en inglés) debido al cual se vuelven móviles e invasivas, y comienzan a viajar por el torrente sanguíneo, pero para anclarse a un nuevo órgano o tejido deben recuperar sus características iniciales, es decir, perder la movilidad.
   La investigación española ha detectado que la transición de célula cancerosa móvil a inmóvil implica la pérdida de su componente Prrx1.
   La directora del estudio, la investigadora del Instituto de Neurociencias --centro mixto del CSIC y la Universidad Miguel Hernández -- Ángela Nieto, explica que "aunque este componente es uno de los factores que favorecen la diseminación inicial de las células cancerosas y su llegada a otros órganos, es necesario que se apague para que esas células se agrupen para formar otros tumores".
   Los tumores con elevadas cantidades de Prrx1 son, por tanto, los de mejor pronóstico, ya que no pueden formar metástasis. El también investigador del Instituto de Neurociencias Óscar Ocaña considera que "la estrategia terapéutica de bloquear la EMT para evitar la propagación de tumores sólo sería efectiva si se realiza antes de que las primeras células cancerígenas se desprendan del tumor primario, lo cual suele ocurrir en fases muy tempranas de la enfermedad y generalmente antes de haber obtenido el diagnóstico".
   "El bloqueo de la EMT en estas condiciones favorecería la aparición de nuevos tumores", afirma Ocaña. Sin embargo, una estrategia dirigida a atacar otras propiedades de las células cancerosas, sí funcionaría contra la metástasis, como muestra la investigación, realizada gracias al estudio de distintos modelos animales: pollo (Gallus gallus domesticus), pez cebra (Danio rerio) y ratón (Mus musculus), y el análisis de muestras de pacientes.
   La investigación ha contado con la participación de investigadores del Instituto de Investigaciones Biomédicas 'Alberto Sols' (centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid), el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge y la Fundación MD Anderson Internacional.