lunes, 15 de octubre de 2012

¿Salvar la Monarquía? / Francisco Poveda *

Dijo el rey don Juan Carlos, recientemente en Nueva York, que la Monarquía seguirá vigente en nuestro país mientras quieran los españoles. Y esa es la clave democrática que debe centrar el debate inducido desde hace meses sobre la forma de Estado en España, hábilmente emboscada en el referéndum sobre la reforma política celebrado en diciembre de 1977, hasta colar por resultados 'a la búlgara'.

Se quiera o no, ahí arranca la legitimidad asistida de la actual Monarquía porque, con la Constitución de 1978, se interrumpe formalmente la legalidad política franquista y nace en teoría un nuevo régimen reformista, que consensua aquello de que España es un Reino y Juan Carlos de Borbón y Borbón su monarca, con poderes supuestamente limitados por las leyes emanadas de las nuevas Cortes Generales democráticas pese a conservar la jefatura de los Ejércitos, lo que hoy ya no significa lo que entonces ante levas mercenarias frente a los clásicos reemplazos.

Otra cosa será que la crisis económico-moral y la situación de verdadera emergencia nacional, por ausencia de bienestar y seguridad, ponga en cuestión ahora la ineficacia, derroche y culpabilidad del Estado de las Autonomías y, en consecuencia, la validez o no de la Monarquía juancarlista que lo cobija, tras la catarsis que se nos avecina para extirpar el cáncer de una corrupción estructural. 

O, incluso, la idoneidad del Heredero para coyuntura histórica tan determinante y mutante; cuando lo cierto es que se le supone incapaz desde algunos sectores relevantes de la sociedad española sin haber tenido, siquiera, la oportunidad de demostrar su hipotético valor añadido con una estrategia propia, que todavía se le hurta con toda intención prudente desde la propia Casa del Rey, donde no se quiere oir ni hablar de abdicación pese a las fuertes y crecientes presiones cortesanas y los 45 años que pronto cumplirá el Príncipe don Felipe, presa de cierto pánico escénico calculado cuando el que actúa en público no es el protagonista principal.

Pero el ruido del republicanismo, a raíz de la crisis que flagela a España y los españoles, es oportunista en tanto en cuanto que no se había atrevido a medir fuerzas con el juancarlismo hasta muy recientemente y porque el estado general de descontento de la población crece exponencialmente desde el segundo mandato socialista del ex presidente Zapatero. Antes, se daba por sentado que el actual rey era inderrocable mientras viviese. Pero ahora, determinados sectores de la derecha y de la izquierda acarician la posibilidad de que eso ya no sea así si se consigue que la ciudadanía identifique el caos que se avecina con la desestructuración interna de la actual dinastía y unas no probadas corruptelas de la propia Corona.

Los republicanos españoles -no todos a la vista, de momento, pero ya legión- ponen el acento, precisamente, en la falta de idoneidad de don Felipe para suceder a su padre. Y se apoyan en su falta de soltura pública y en su absoluta falta de conexión con el pueblo por su propio carácter. La campechanía, como pose, es cierto que no le sale ni ensayando. Y porque el antecedente de su padre, un magnífico actor hasta parecer más líder de lo que es, se lo pone mucho más que difícil. También la reina doña Sofía, a quien se le suponía una profesionalidad proclamada por su propio marido, ha perdido fuerza ante la opinión pública al demostrar reiteradamente debilidad de madre y esposa pese a ganar en cercanía con las gentes desde que es abuela. Sus muy frecuentes estancias en Londres no se entienden bien aquí al parecer una suerte de escapismo, que no de sus deberes oficiales.

En ese déficit veo yo los movimientos de potencias extranjeras aliadas, que parecen haberle vuelto la espalda a don Juan Carlos, visto el comportamiento continuado últimamente de los grandes periódicos de Washington y Nueva York, aunque también de Londres, respecto a nuestro país, a su viejo líder y a nuestros intereses estratégicos. No me cabe duda de que detrás de ese cambio táctico está la mano de algunos españoles notables con ansias de presidir una III República, que ya creen al alcance de su mano debido al evidente rápido proceso de envejecimiento de nuestro rey y a su falta de reflejos por errores de bulto cometidos personalmente en los últimos meses.

La llegada al Palacio de la Zarzuela de magníficos expertos en comunicación pública -tras el breve paréntesis que supuso la marcha de Asunción Valdés, sustituida por diplomáticos que no dominan el mundo mediático- intenta ahora, a la desesperada, una política de imagen pública a, mi juicio, un tanto desfasada y atemporal, que pivota sobre unos viejos clichés y que agrava cualitativamente la situación. Si doña Letizia no tiene juego en esa estrategia, por formación, edad y suficiente experiencia, y porque debe luchar con uñas y dientes porque su marido e hija alcancen el destino que se les supone, me atrevo a pensar que no se le valora en todo lo que puede aportar como profesional.

La Monarquía se salvará si cumple su función constitucional de preservar la unidad nacional, procurar el bienestar de todos los españoles y garantizar una verdadera democracia, tras un nuevo pacto con las élites que albergue en su interior una sincera reforma en profundidad del sistema, al estilo de la vieja restauración canovista aunque a la luz de los nuevos tiempos. Si eso no es así, sobrarán argumentos y apoyos internos para prescindir de lo que sirvió pero ya carece de objeto.

Pero hay algo más importante aún y que los republicanos consideran el talón de Aquiles de la Monarquía española: no se ve que el liderazgo, muy tocado en este momento, del viejo monarca pueda ser sustituido normalmente por el de don Felipe, por mucha escenificación mediática puesta en marcha. Con ausencia de compromisos claros, y discursos repletos de lugares comunes por parte del Heredero, quiero pensar que La Zarzuela está trufada de personal republicano en potencia, que ya ni se esfuerza en recomendar un método, presentar un libreto y suplicar alguna disciplina a una estirpe que parece haber perdido muchos papeles, hasta dar la sensación de que arroja la toalla y se resigna a acatar lo que deparen los tiempos en espera de acontecimientos a intentar capear como se pueda, si es que se puede y merece la pena cuando se dispone de tal fortuna calculada por expertos.

(*) Periodista y profesor

Los ganadores del concurso '¿Qué es un Rey para ti?' presentan al monarca como elemento de unión entre españoles


MADRID.- El Rey ha recibido hoy en el Palacio de la Zarzuela a los niños ganadores del concurso '¿Qué es un Rey para ti?', muchos de los cuales han presentado al monarca a través de dibujos, manualidades o redacciones como elemento de unión entre los españoles.

Hasta 21 alumnos procedentes de todas las Comunidades Autónomas, Ceuta y Melilla y acompañados de sus profesores han enseñado uno a uno a Don Juan Carlos los trabajos con los que han ganado la 31 edición de este concurso durante una audiencia celebrada en el Palacio de la Zarzuela.
Muchos de los trabajos ganadores comparten un elemento común, el de presentar al jefe del Estado como garante de la unidad de España y nexo de unión entre todos los españoles.
Es el caso de la redacción elaborada por la ganadora del concurso en Cataluña, Blanca Rosal, estudiante de 2º de la ESO, para quien Don Juan Carlos es como "el capitán de un enorme barco en plena travesía" que tiene que "mantener a todos sus marineros firmemente unidos y ayudarles a vivir en concordia los unos con los otros".
"Anima a sus tripulantes a remar todos hacia el mismo lado para así llegar antes al destino. Sin un capitán valiente y responsable que dirija y organice la nave, es fácil que ésta se vaya a pique", argumenta Rosal en su redacción.
En declaraciones a los medios de comunicación al término de audiencia, Rosal ha revelado que al monarca le ha parecido "muy buena idea" su redacción y ha subrayado que en los momentos actuales tanto ella como su familia creen que el Rey, como el resto de los españoles que quieren seguir viviendo en concordia, deben vigilar que "nadie se tire por la borda".
Otros trabajos como el de la asturiana Martina Köpke, la burgalesa Sofía Cárcamo o el pacense Miguel Andrés Morgado abundan en esta misma idea, presentando al monarca como el Rey de todos los españoles.
Uno de los trabajos ganadores más originales lleva la firma de Sergio Ojer, alumno de 6º de Primaria en Barañáin, Navarra, quien no dudó en componer un rap para Don Juan Carlos, a quien se lo cantó en la audiencia, aunque con una voz tan baja que luego tuvo que repetirlo ante las cámaras.
"Es un tío guay, pues para reinar, además de papeleo y de educación, hay que tener gracia y saber estar, por eso a Hugo Chávez le mandó callar. Y de esta forma os digo, al son de este rap, que menudo Rey es Su Majestad", reza una de las estrofas de la canción.
El vitoriano Sergio Morgado preparó para el Rey una caja con utensilios pensados para hacerle la vida más fácil y ayudarle en su trabajo. En ella incluyó "un paraguas para que se proteja de todos los problemas que le están cayendo y unos zapatos especiales que le ayuden a caminar", explicó después a los medios de comunicación.
Uno de los trabajos que más gustó al monarca, a juzgar por el tiempo que dedicó a observarlo, fue la manualidad de plastilina creada por Alejandro Caba, estudiante de 4º de Primaria de Manzanares (Ciudad Real), y que representa al Rey en el que debió ser su peor día, el 23-F, y el mejor, que a juicio del alumno fue el día en que Don Juan Carlos juró la Constitución.
Como en anteriores ediciones, ha habido un premio para un alumno de Educación Especial, que ha recaído en Jainaba Dembaga, de Zaragoza, y otro en la modalidad de multimedia, que ha ganado la leonesa Cristina Aledo.
El concurso '¿Qué es un Rey para ti'? lo organiza desde hace 31 años la Fundación Institucional Española (FIES) y lo patrocina la Fundación Orange. En esta última edición han participado 19.930 alumnos de entre 8 y 13 años procedentes de 1.799 centros de toda España.
En palabras del presidente de FIES, Rafael Guardans, "el paso de los años no ha hecho más que confirmar el sentido de una iniciativa como el concurso '¿Qué es un rey para ti?', que sigue poniendo los cimientos de la institucionalidad en decenas de miles de niños".
Este certamen, que organiza la Fundación Institucional Española (FIES) con el patrocinio de la Fundación Orange, pretende acercar la figura del Rey y de la Corona a los escolares, dando a conocer el papel que la Constitución reserva a la Institución. Pueden participar todos los alumnos de tercero, cuarto, quinto y sexto de Enseñanza Primaria, de primero y segundo curso de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), de cualquier centro educativo de España, y alumnos de educación especial hasta los 18 años de edad.
FIES es una fundación cultural privada, sin ánimo de lucro, que desde 1976 busca hacer presente en la sociedad española el valor de la Monarquía como elemento integrador e impulsor de la convivencia. Sus principales fines son la promoción del estudio de la Monarquía como Institución, el fomento del conocimiento y respeto a las personas que la encarnan, la divulgación de las aportaciones de la Corona como primera institución del Estado, y la puesta en marcha de iniciativas que promuevan la divulgación y formación de la sociedad en los valores de convivencia y solidaridad, como reflejo de la libertad y pluralidad propugnada por la Constitución española.
 

Jordi Pujol lamenta que la monarquía ha perdido "parte de la confianza que ha tenido"

BARCELONA.- El expresidente catalán Jordi Pujol ha afirmado hoy que España atraviesa una profunda crisis económica e institucional, con un Tribunal Constitucional que "merece poco respeto" y una monarquía que "ha perdido parte de la confianza que tuvo hasta hace muy poco".

Pujol, que participa en las jornadas sobre liderazgo que Esade, en colaboración con la Fundació CatalunyaCaixa, organiza en el monasterio de Sant Benet de Bages, ha explicado que incluso el Banco de España está sometido a "cierta vigilancia" europea. "Todas las instituciones españolas están en crisis", ha declarado.
El exmandatario nacionalista ha reconocido que España está inmersa en un clima de desánimo que dibuja un paisaje propio de una derrota. ¿Y contra quién ha perdido España esta guerra? Contra ella misma, en opinión de Pujol. Ha advertido, en este punto, que después de una derrota "no se puede ser arrogante", sino que hay que admitir el fracaso, como hizo Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Entonces, el país germano asumió la derrota, actuó con humildad y se puso a trabajar, una actitud que, según Pujol, debería seguir ahora España.
Sobre las causas que han llevado al país a esta situación, Pujol ha explicado que ha habido errores técnicos y también éticos y morales. Ha recordado, en este sentido, que el actual primer ministro italiano, Mario Monti, visitó España en 2006 y le comentó que había detectado un exceso de euforia y optimismo en España.
"Esto de la jactancia no es un pecado grave como la arrogancia o el orgullo, pero es un pecado tonto", ha manifestado. "Cuando un país ha perdido la guerra, ¿qué tiene que hacer? En primer lugar asumirlo, y no de forma fugaz, y explicar con modestia y autocrítica lo que pasó", ha señalado Pujol, que cree que España ha de hacer esto "de una forma muy seria", aunque se ha mostrado convencido de que el país es "vigoroso" y logrará salir adelante.
También sobre el origen de esta crisis, el expresidente de la Generalitat ha recordado que España ha vivido una burbuja inmobiliaria, pero también una burbuja laboral, muy vinculada al fenómeno de la inmigración. Ha alertado, en este punto, que optar por la inmigración sin límite significa optar por una economía no competitiva", como ha sucedido en España.

La Casa del Rey se saltó la ley al marginar a la infanta Elena en el desfile del 12-O

MADRID.- La Casa del Rey justificó el pasado viernes la ausencia de la infanta Elena de Borbón de la tribuna principal en el desfile militar del 12-O con el argumento de que la primogénita de Don Juan Carlos ha quedado excluida del "núcleo central" de la familia real, compuesto por los Reyes y los Príncipes de Asturias. Pero la marginación de Doña Elena, que fue relegada a la tribuna de invitados, infringe el Real Decreto que regula la precedencia de las autoridades del Estado en los actos oficiales, y que lleva, precisamente, la firma del monarca.

El Real Decreto 2099/1983, por el que se aprueba el Ordenamiento General de Precedencias en el Estado, establece claramente en su artículo 10 el orden protocolario que rige la ubicación de autoridades y altos cargos en los actos oficiales organizados en Madrid por la Corona, el Gobierno o la Administración central. El Rey ocupa el primer lugar en esa estructura jerárquica, seguido por la reina Doña Sofía, los Príncipes de Asturias y, en cuarta posición, los infantes e infantas de España. A continuación, los presidentes del Gobierno, del Congreso, del Senado y del Tribunal Constitucional, y así hasta llegar al número 41, que corresponde a los tenientes de alcalde del Ayuntamiento de la capital.

La infanta Elena, sin embargo, fue desplazada de la tribuna principal que había ocupado siempre en el Día de la Fiesta Nacional -junto a sus padres y hermanos- y ubicada en una de las tribunas de invitados, al lado del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y muy cerca del portavoz parlamentario del PP, Alfonso Alonso, situado junto al número uno socialista. 

De esta forma, la Casa del Rey se saltó hasta tres veces el Real Decreto de precedencias: al apartar a la Infanta Elena del lugar que le correspondía en la tribuna principal; al colocarla al lado del líder de la oposición, que ocupa el puesto número 15 en la jerarquía protocolaria; y al dejarla fuera del tradicional besamanos con el que la familia real recibió a sus invitados en la recepción posterior al desfile celebrada en el Palacio Real.

"En ningún supuesto"

Un portavoz oficial de La Zarzuela aseguró a El Confidencial que el Real Decreto -aprobado en 1983 por el Gobierno que entonces presidía Felipe González, y que hoy sigue en vigor- es "un decreto de máximos", y que la Casa del Rey "siempre puede modificar las ubicaciones en los actos oficiales o renunciar a ellas". La normativa vigente, sin embargo, advierte claramente que "en ningún supuesto podrá alterarse el orden establecido para las instituciones, autoridades y corporaciones del Estado señaladas en el presente ordenamiento", según establece el artículo 5.2 del Real Decreto de precedencias.

Fuentes cercanas a la Casa del Rey señalaron a El Confidencial que la infanta Elena sólo podría haber sido apartada de la tribuna principal del desfile -y posteriormente del besamanos protocolario en el Palacio Real- si antes el Gobierno hubiese derogado o modificado el Real Decreto de precedencias, circunstancia que no se ha producido. 

El portavoz oficial de La Zarzuela indicó al respecto que la Casa del Rey "no tiene intención de proponer al Gobierno la modificación del Real Decreto". Y añadió que, a partir de ahora, únicamente el "núcleo central" de la familia real -los Reyes, el príncipe Felipe de Borbón y la princesa Letizia Ortiz- presidirá los "actos institucionales de máxima solemnidad", como el celebrado el viernes en Madrid con motivo del Día de la Fiesta Nacional.

Acabado el desfile militar, y durante la recepción que los Reyes ofrecieron a continuación en el Palacio Real, la infanta Elena confesó a un grupo de periodistas: "Este momento tenía que llegar", en alusión a su alejamiento del "núcleo central" de la Corona. Aunque la Casa del Rey nunca lo ha reconocido explícitamente, la decisión de potenciar las figuras del Rey y el Príncipe, en detrimento de las infantas Elena y Cristina de Borbón, es una consecuencia directa del caso Urdangarín, que ha erosionado gravemente el prestigio de la institución monárquica. Iñaki Urdangarín sigue siendo miembro de la familia real, pero fue apartado de la agenda oficial de la Corona tras ser imputado por corrupción